Comprender el conflicto de Ucrania y la posición de Rusia, por una parte, y del bloque occidental, por la otra, solicita profundizar en análisis complejos y desechar las explicaciones simplistas a las que recurre la propaganda bélica.

La realidad, que siempre es alambicada, exige una mirada penetrante y nos obliga a esforzarnos para determinar las causas primeras de todo conflicto. Estos días no se habla lo suficiente de una teoría geopolítica que explica en buena medida por ella misma todo lo que estamos viviendo.

La teoría del Heartland

La teoría del Heartland, también conocida como la teoría de la Región Cardial, del Área Pivote o de la Isla Mundial, fue primeramente desarrollada por el geógrafo y político inglés Halford John Mackinder (1861-1947) y posteriormente por James Fairgrieve. Según esta teoría, existe un área concreta del mundo cuyo dominio puede hacer posible el control global: el centro de la isla del mundo, extendiéndose de oeste a este desde el Volga hasta el río Yangtze y de sur a norte desde el Himalaya hasta el Ártico. En esta zona, que comprende principalmente la estepa euroasiática del Asia central y Europa oriental, se concentran la mayor parte de población mundial y de los recursos naturales del planeta, alrededor del 50%.

Estratégicamente, esta zona está aislada del mar por el hielo del ártico y por una franja terrestre que la rodea por el resto de costados, a la que Mackinder llamó el creciente interior o marginal. El aislamiento que esta zona marginal le proporciona al área pivote la protege de las incursiones marítimas.

Según se recoge en la Wikipedia:

«La teoría establece que en esa zona el poder terrestre tendría una mayor ventaja frente al dominio marítimo por su inaccesibilidad por mar, el aprovechamiento de los rápidos medios de comunicación terrestres y por la explotación de los recursos del área. Se afirma que la nación que lograra conquistarla se transformaría en una potencia mundial.

En más detalle y según Mackinder, la superficie de la Tierra se puede dividir en:

  • La Isla-Mundial, que comprende los continentes de Europa, Asia, y África, siendo el más grande, más poblado, y más rico de la tierra, de todas las combinaciones posibles.
  • Creciente interior o marginal, en el que se incluyen las islas británicas y las islas de Japón.
  • Tierras del creciente exterior o insular, donde forman parte los continentes de América y Oceanía.
Fuente: Wikipedia

El Heartland a lo largo de la historia

Imperio de Alejandro Magno

La importancia de las estepas euroasiáticas como zona estratégica para el dominio mundial ya era conocida en la antigüedad. Alejandro Magno fue probablemente el primero de una larga lista de conquistadores que codiciaron el dominio de la Isla-Mundial y de sus inagotables fuentes de recursos. Después de extender su control sobre Anatolia, el Levante, Egipto y Mesopotamia, el imperio helenístico se extendió hacia el noreste, subyugando a Persia y sobrepasando el actual Afganistán hasta la zona de Bactria. Argumentan los historiadores occidentales que Alejandro conquistó Bactria con facilidad y que no se extendió más hacia el noreste porque su verdadero interés era llegar hasta el valle del Indo. Sin embargo, es oportuno señalar que en su gran incursión imperialista por el mundo, el ejército de Alejandro o bien evitó o bien no tuvo capacidad para enfrentarse a los pueblos esteparios que dominaban Asia central por aquel tiempo: escitas y sármatas, entre muchos otros. Eran estos pueblos nómadas y semi-nomadas, pintados habitualmente como toscos bárbaros por los Imperios sedentarios, pero que detentaban un notable poder militar, basada en la metalurgia, la domesticación del caballo y el uso de los carros para el transporte y la guerra.

Al parecer, el Imperio Romano nunca tuvo como objetivo la conquista del Heartland, puesto que el suyo era un planteamiento expansionista marítimo, talasocrático, basado en la navegación. Lo que Roma codiciaba era el control del Mediterráneo y del océano Atlántico. Sin embargo, no podemos olvidar que, tras la caída del Imperio Romano, su parte oriental, el Imperio Bizantino sí pretendió alcanzar cierto grado de dominio sobre el Asia central, aunque lo hizo mediante la diplomacia y el comercio con los pueblos escitas, sin llegar nunca a plantearse una tentativa militar.

Imperio Abásida

El competidor de Bizancio, el califato Omeya, intentó conjugar las aspiraciones imperialistas del Imperio Helenístico y el Romano, extendiéndose desde la península arábiga hacia el este por el Mediterráneo y hacia el oeste otra vez hasta Bactria. Tanto los Omeyas como sus sucesores, los Abasidas, intentaron extender su dominio hacia el Heartland. Por una parte, lo intentaron a través del Cáucaso, donde chocaron con el Kaganato Jázaro, dando lugar a las guerras jázaro-árabes. Por otra parte, realizaron varias tentativas de expansión hacia el norte desde la zona de Bactria. Pero todo su esfuerzo terminó en fracaso.

Ya en los tiempos modernos, el mismo Napoleón Bonaparte se propuso, de nuevo, conquistar la estepa rusa. Sin embargo, pese a llegar hasta Moscú, la estrategia de «Tierra quemada» de los zares rusos condujo al Imperio Napoleónico a una derrota que supuso el inicio de su declive.

No sería incorrecto señalar que, aunque la Primera Guerra Mundial fue un conflicto complejo entre potencias coloniales, uno de los principales objetivos de la Triple Alianza, conformada por Alemania, Italia y el Imperio austrohúngaro, era derrotar y conquistar el Imperio Ruso para disponer de sus recursos naturales. A pesar de todo, otra vez los deseos imperialistas de conquistar el Heartland, acabaron siendo infructuosos, no sólo por la derrota de este bloque, sino también por la Revolución Bolchevique y el surgimiento de la Unión Soviética.

Alianzas entre Ejes en la Primera Guerra Mundial

De lo que no hay duda, visto en perspectiva histórica, es que la conquista del Heartland y la derrota de la Unión Soviética fueron los principales objetivos la Segunda Guerra Mundial por parte de las Potencias del Eje (Italia, Alemania y Japón). Como un nuevo Napoleón, Hitler también deseaba conquistar la estepa asiática y estaba convencido de lograrlo gracias a la potencia de su maquinaria de guerra. Además, a la luz de las evidencias históricas, es obvio que las potencias occidentales anglosajonas, tanto el Reino Unido como los Estados Unidos de América, permitieron y favorecieron la expansión de los nazis en el Frente Oriental con el objetivo de debilitar a la Unión Soviética, aspirando a extender su control sobre el Heartland en una fase posterior. Sin embargo, nuevamente, todos estos deseos occidentales imperialistas de dominio de la Isla-Mundo se terminaron en la batalla de Stalingrado, cuando el Ejército Rojo dio al nazismo una estacada mortal e inició una ofensiva que le llevaría hasta victoria en Berlín.

El Heartland, de la Guerra Fría a nuestros días

Tras la aplastante victoria soviética y ante la evidencia que la capitulación del nazismo era inevitable, las fuerzas anglosajonas, con los Estados Unidos a la cabeza, se decidieron a intervenir en la guerra para evitar que la Unión Soviética se convirtiera en potencia hegemónica. Para ello diseñaron el Desembarco de Normandía en Europa y, con el pretexto de Pearl Harbor, abrieron un frente contra Japón, que fue rematado con el innecesario y criminal bombardeo de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Con todo ello, los anglosajones forzaron el pacto de Yalta y un nuevo orden mundial basado en dos grandes bloques. Se inició así el periodo que conocemos como la Guerra Fría.

Los anglosajones consiguieron salvar y ampliar su Imperio occidental en el último momento, aunque se vieron obligados a renunciar al dominio del Heartland. Al menos, por el momento.

La Guerra Fría y la lucha contra el comunismo fueron siempre, en buena medida, una estrategia occidental para desgastar a la Unión Soviética y preparar el terreno para una conquista de la Isla-Mundo. Para ello, se creó la Alianza Atlántica y occidente amplió su influencia en el Creciente interior, con el objetivo último de, llegada una nueva correlación de fuerzas, conquistar el preciado Heartland.

La caída de la Unión Soviética, en los años 90 del pasado siglo, fue la ocasión esperada para comenzar esta expansión hacia la estepa euroasiática. La Alianza Atlántica se había comprometido con Rusia a no ampliarse hacia su zona de seguridad, sin embargo, incumplió su promesa y se concentró en afianzar su lento, pero inexorable avance hacia la Isla-Mundo.

El Heartland inconquistable

Tras tres décadas de oportunidad, el imperio occidental anglosajón parece haber perdido su momento. No ha sido capaz de conquistar el Heartland y con sus políticas imperialistas y globalistas ha conseguido hacer realidad su peor pesadilla: dar lugar a una reacción de los países asiáticos, que han estrechado sus lazos de alianza en defensa de la Isla-Mundo en la que habitan.

El actual conflicto en Ucrania no puede entenderse sin este factor: lo que la Alianza Atlántica persigue no es nada más y nada menos que la conquista de los recursos naturales de la estepa euroasiática y la subyugación de los grandes estados que la conforman. No obstante, lo que ha obtenido es todo lo contrario.

Por el momento, el Heartland sigue siendo inconquistable.

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