
Estamos asistiendo a un cambio de paradigma en la manera de producir y gestionar los recursos naturales, los bienes y los servicios. Fruto de la creciente demanda social por un desarrollo sostenible y un consumo responsable, la lucha contra la obsolescencia programada y el derecho a reparar están entrando por fin en la agenda política. Como muestra, la nueva ley aprobada por el Parlamento Europeo, el pasado mes de noviembre, introduce por primera vez el reconocimiento del «derecho a reparar». Esta ley, que entrará en vigor este mes de marzo, tiene como objetivo principal aumentar la vida útil de los dispositivos electrónicos para conseguir un menor impacto medioambiental.
Desde que en 1932, Bernard London, un promotor inmobiliario, propusiera reactivar la economía estadounidense «a través de la obsolescencia planificada», el sistema de mercado capitalista ha ido profundizando en un modo de producción donde era necesario vender gran cantidad de productos nuevos, de manera continuada, para mantener las tasas de beneficio de las grandes corporaciones. Para ello, se impulsó un modelo de consumismo, a través de la publicidad y las modas, que decidían por nosotros cuando era el momento de declarar obsoleto un determinado producto y cuando era necesario remplazarlo por otro. En estrecha complicidad y colaboración con los fabricantes, los objetos estaban diseñados y elaborados de manera intencionada para que su duración coincida con la expiración del periodo de garantía.
Ante este sistema que ha llevado al planeta a una situación insostenible y para posibilitar la supervivencia de nuestra propia especie, es fundamental que dejemos de buscar la satisfacción en el consumo material y empecemos a consumir de manera consciente. El consumo ecológico o consciente es además el principal promotor del comercio justo y la producción ecológica y orgánica.
Se impone la necesidad de cambiar nuestra manera de consumir y de establecer definitivamente un sistema económico sostenible, basado en una economía circular, que siguiendo el ejemplo de la naturaleza, sea capaz de reaprovechar los recursos y premie la reducción de producción al mínimo indispensable, apostando por la reutilización de los elementos que por sus propiedades no pueden volver al medio ambiente. La transformación de las empresas y del sistema siempre comienza con el cambio de mentalidad de las personas individual.
Etiquetas: Democracia, Tecnología
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